En la actualidad se pueden rastrear fácilmente diversos indicadores sobre la utilidad que tienen en las sociedades mundiales los diferentes estudios universitarios. Unos, lo tienen más fácil, y, otros, en cambio, aparecen desdibujados en el horizonte difuso de las Humanidades y las Ciencias Sociales.

Vivimos en un mundo globalizado dónde los flujos de información son constantes y  en el que la transnacionalización de los intercambios marcan la dinámica del sistema capitalista en el que desarrollamos nuestra actividad diaria. Parece que el mundo transita muy deprisa devorado entre las exigencias de una competitividad cada vez menos humanizada y las directrices de los organismos supranacionales que diseñan lo que se ha venido en llamar Postmodernidad.

En este contexto de cambio, de fluidez y de liquidez en las relaciones interpersonales, aparecen los estudios humanísticos para recordarnos que su naturaleza está más que justificada en los entornos occidentales. Plantear la necesidad del Grado de Antropología Social y Cultural en un Campus universitario como el de Palencia bien se puede encuadrar en las siguientes reflexiones:

  1. LA CUESTIÓN IDENTITARIA.- Lejos de proyectarse el mundo sobre sí mismo, este mundo en el que habitamos, se proyecta sobre cada uno de nosotros: seres de carne y hueso que hemos venido a denominar “personas”. La ciencia antropológica es una herramienta eficaz para encontrar los caminos de esa identidad humana que ha acompañado la existencia de nuestra especie. Este proceso de búsqueda se hace más actual que nunca en los momentos actuales. Se ha golpeado la identidad del hombre-aparentemente invencible-para dar luz a un nuevo tipo de realidad en la que acomodar esa vieja aspiración del hombre de encontrarse y de encontrar un lugar en el mundo.
  2. LA PROYECCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN.- Los estudios de Antropología ponen al estudiante frente un estimulante horizonte de posibilidades en el mundo de la investigación. Las técnicas etnográficas y etnológicas ponen al alumno frente al conocimiento de diferentes cuestiones sociales, políticas y económicas que le ayudan a comprender su entorno inmediato y sus alrededores. Rastrear las formas de organización de las diferentes comunidades humanas dan al discente los instrumentos precisos para mejorar las condiciones de las propias sociedades en las que desarrolla su vida cotidiana.
  3. LA REFLEXIÓN ANTROPOLÓGICA.- Rastrear la historia de la Antropología desde el Funcionalismo Clásico hasta las últimas corrientes de investigación abren la posibilidad de conocer la evolución del ser humano desde sus pautas organizacionales hasta sus utopías más anheladas. Centrar el estudio de una disciplina científica en el hombre ayuda a comprenderse mejor a sí mismo y a proyectar los deseos de mejora social en la comunidad política a la que pertenece.
  4. LA PRODUCCIÓN DE CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.- Uno de los problemas de las ciencias humanísticas es tener que demostrar continuamente frente a las ciencias naturales y experimentales su vocación científica. Craso error. La Antropología al igual que sus hermanas la Historia y la Ciencia Política-entre otras-tienen una consolidada trayectoria en la producción de conocimiento científico. Las investigaciones sobre los distintos pueblos de la Tierra han conseguido el mejor conocimiento de agrupaciones humanas que transitan en paralelo con nuestras civilizaciones occidentales. Sus particulares modos de producción, de socialización y de intercambio también están en la base de la producción científica. Comprender su idiosincrasia nos permite mejorar la interacción inevitable con esas civilizaciones que parecen derivar hacia la extinción. La ciencia antropológica está al servicio de la comunidad científica global que siempre cuestiona la “productividad en términos economicistas” de los saberes humanísticos. Las ciencias han de considerarse bajo otros parámetros.
  5. EL FUTURO LABORAL.- Sería una falacia afirmar que las Ciencias Humanas no pueden tener cabida en la pirámide del conocimiento por no dar réditos económicos de manera inmediata. Sería negar la existencia de la dimensión humana a disciplinas tan consolidadas como la Historia, la Geografía, la Música o la Literatura. Todos los alumnos que hemos cursado estudios de Antropología hemos tenido que escuchar en alguna ocasión expresiones como las siguientes: ¿Para qué sirven estos estudios?, ¿De qué puedes trabajar como antropólogo?…… Uno puede pensar que contestar a estos interrogantes-no ajenos a otras disciplinas científicas con mayor impacto en la categorización de los saberes útiles-es una tarea ardua en el sentido más estricto de la palabra. La investigación en equipos multidisciplinares, la enseñanza, el mundo de las ONG, el acceso a instituciones nacionales y supranacionales, las empresas de desarrollo sostenible pueden ser sólo algunos ejemplos de las posibilidades laborales de los estudiantes de Antropología. Las Humanidades nunca han competido en igualdad de condiciones con otras ciencias más academicistas al ponerlas en el ojo del huracán de disciplinas estéticamente adecuadas, pero económicamente improductivas. Este es uno de los retos que tienen los estudios de Antropología Social y Cultural como ciencia relativamente joven en el ámbito de las Humanidades.
  6. EL FALSO DISCURSO DEL COSMOPOLITISMO.- En la Aldea-Global en la que vivimos, los entornos cosmopolitas parecen haberse convertido en los únicos espacios posibles para desarrollar el día a día. Nos equivocamos al tener este pensamiento tan reduccionista. Otros entornos menos urbanos demuestran la sostenibilidad entre el binomio población-recursos. Este es otros de los campos de actuación de la ciencia que nos ocupa. Estudiar las sociedades campesinas y sus particularidades en el mundo actual, nos pueden ayudar a situar mejor la dimensión del hombre en relación con el medio natural. El cosmopolitismo que preside nuestra tardía postmodernidad no debe ser un inconveniente para poder explorar otras posibilidades de vida, sino más bien un acicate para defender su complementariedad.
  7. LOS DISCURSOS DE LA VERDAD.- Vivimos en un mundo en el que se cuestiona la verdad. El relativismo imperante en nuestros espacios hace que la falsa racionalidad se haya instalado en nuestras vidas para quedarse. La Antropología puede y debe ser un arma para la lucha contra ese relativismo del “todo vale”. Repensar las raíces sociales y su escenificación en los discursos de la post-verdad, incidirán de forma segura en una nueva dimensión del hombre que acepta su posición en las diferentes sociedades. Estos estudios permiten conocer también planteamientos psicológicos, sociológicos, históricos y filosóficos que forman parte de la naturaleza humana. Son su esencia, no su accidente.

Ser útil a la sociedad como un ciudadano formado y plenamente consciente, es otro de los baluartes de las disciplinas humanísticas que necesariamente entran en el engranaje del funcionamiento sistémico de las sociedades.

 

Arturo Polanco Pérez. Licenciado en Antropología Social. Profesor y director del IES Jorge Manrique