El Ginkgo biloba, o Ginkgo, es un árbol espectacular y único en su género. De origen oriental, crece en China y Japón, mientras que en nuestro ámbito es una especie ornamental de parques y jardines. El Ginkgo es considerado uno de los árboles más antiguos de nuestro planeta, situándose su presencia ya hace millones de años. Su bella hoja, doblemente lobulada, de geométrica nerviación dicotómica, y en forma de abanico, lo diferencia considerablemente de otros árboles presentes en la actualidad.  Se le otorga una capacidad de vida transmilenaria, pues se han identificado individuos que sobrepasan los dos mil años de edad, y ha demostrado una gran capacidad de resistencia a toda clase de plagas, enfermedades y terribles acontecimientos. Se cuenta que un ejemplar que crecía en el epicentro del bombardeo atómico de Hiroshima, rebrotó al cabo de varios meses, mientras que toda construcción a su alrededor fue totalmente destruida. También se habla del rebrote de muchos ginkgos tras el terrible incendio que asoló Tokio, después del terremoto de 1923. Se dice incluso que, algunos edificios rodeados de ginkgos, no se quemaron, por lo que se le considera como un árbol cortafuegos. Todo ello ha hecho que el Ginkgo sea considerado como “El Árbol de la Vida” o “El Árbol de la Esperanza”. Una especie que se caracteriza por su tenacidad y resistencia ante las catástrofes, un árbol divino con capacidad de reponerse a las dificultades. Por otro lado, también se le asocian, desde muy antiguo, propiedades regeneradoras cardiovasculares, anticoagulantes, así como reactivadoras de la actividad cerebral. Si bien, debe ser usado con precaución y bajo control médico, pues una sobredosificación puede traer nefastas consecuencias.

Esta especie tan interesante, singular y hermosa fue elegida para su plantación, por el Rector de la UVa, el 19 de febrero de este año, durante la toma de posesión del nuevo director de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias. Su significado, su historia, su simbolismo fueron las razones elegidas para plantarlo. La Universidad de Valladolid fuente y cuna secular del conocimiento, es la primera universidad española, en base a los primeros estudios universitarios que se desarrollaron en la ciudad de Palencia, ya en 1212, para pasar en los años siguientes a desarrollarse en Valladolid. Nuestra Universidad es la única universidad española cerrada por Francisco Franco. De modo que, en 1974, tuvo que refugiarse en la Catedral vallisoletana e impartir el curso en domicilios familiares, parroquias y otros centros. La Universidad de Valladolid, así como la Escuela de Ingenierías Agrarias de Palencia, son ejemplos vivos de esfuerzo, voluntad y resistencia a lo largo de siglos, en un caso, y de más de 100 años en el otro.

Hoy el Coronavirus nos ha llevado a cerrar nuestras aulas, como en aquella situación de 1974. En este caso, esta pandemia nos ha recluido en nuestros hogares, y nos ha obligado a disponer toda nuestra tecnología para salvar el curso, para no frenar la difusión del conocimiento. Porque la misión de la Universidad es garantizar la formación del pensamiento libre, crítico y regenerador, motor de la sociedad, de los valores humanos y universales, de la cultura, la ciencia y la técnica. Una enfermedad no puede pararnos, no puede permitir que el conocimiento se oculte en un pozo de incertidumbre y de olvido. La Universidad está, como ha estado siempre, al lado de los estudiantes, al lado de la sabiduría, al lado del progreso, comprometida con la sociedad ante cualquier circunstancia, rindiendo honor al compromiso y al trabajo de los que nos precedieron. Y aunque nuestras aulas y nuestros Campus estén vacías de la presencia y del bullicio de la estudiantina, no lo están nuestras aulas virtuales, donde la savia de la ciencia sigue corriendo escondida, oculta, pero generando el potencial revitalizador que, como en cada primavera, en los árboles, rebrota en una explosión de foliación y floraciones. Así nuestro “Árbol de la Esperanza”, nuestro “Árbol de la Vida”, ha rebrotado esta primavera, para enseñarnos que “sí se puede”, que “nosotros podemos”, que estamos confinados, pero trabajamos, estudiantes, profesorado y personal, para que vuelvan los tiempos mejores. Para asegurar que la Universidad permanece viva, que no se ha escondido, ni ha omitido su responsabilidad, que continúa floreciendo y fructificando, a pesar de las dificultades y que, aunque sean tiempos difíciles, nos empeñamos en crecer, ralentizadamente ahora, pero sin tregua; con esperanza y preparando un futuro mejor, como el que representa este singular Ginkgo, de nuestra Escuela de Ingenierías Agrarias, de nuestra Universidad de Valladolid. La UVa sí responde, la UVa sigue aquí, trabajando para todos. Como siempre, esperando a rebrotar como este mes de mayo lo ha hecho este, nuestro Ginkgo biloba. No nos cabe ninguna duda.

 

Joaquín Navarro Hevia

Dr. Ingeniero de Montes. Director ETSIIAA.

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