La Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, ubicada en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias (ETSIIAA) del Campus de Palencia que este año celebra su 50 aniversario, estudia el progreso y la potencialidad de la trufa en Palencia y comunidad de Castilla y León, así como sus aplicaciones en el desarrollo rural y agroforestal del territorio.
Y una de las investigaciones más originales que está realizando es la comprobación del comportamiento extraordinario de las plantaciones truferas cuidadas como cortinas cortafuegos forestales o barreras antiincendios, ya que actúan como verdaderos espacios naturales aislantes e incluso impenetrables al fuego descontrolado.
El diseño adecuado de plantaciones truferas en los montes ayuda de forma estratégica a detener los megaincendios forestales en numerosas regiones arboladas en España, especialmente en su mitad oriental. “Las plantaciones truferas, como también las de otros cultivos arbóreos bien llevados, no son la panacea para resolver los gigantescos incendios forestales del verano, pero resultan valiosas herramientas para atenuar este gran problema que afecta a los países mediterráneos», explica Pablo Martín Pinto, subdirector de la Cátedra de Micología UVa.
La Cátedra de Micología está patrocinada por la Diputación de Palencia, y su trabajo incluye un seguimiento permanente de la producción y diversidad de estos hongos en los montes y plantaciones en la provincia de Palencia, colaborando con actividades de formación y divulgación con empresas y entidades públicas.
La exquisita trufa negra o de invierno, el diamante negro de la alta gastronomía, puede conseguirse con éxito en terrenos pedregosos y calizos de baja calidad para otros cultivos. Solamente en la comarca del Cerrato ya existen o en actual proceso de plantación más de 300 hectáreas, muchas de las que están produciendo ya excelentes trufas apreciadas en todo el mundo. Se está comprobando que las condiciones climáticas y edáficas de la comarca son las idóneas para una producción de máxima calidad, lo que está animando a nuevos emprendedores e inversores a realizar nuevas plantaciones.
La truficultura es el cultivo de plantaciones abiertas de encinas, robles y avellanos micorrizados para producir las exquisitas trufas de la más alta gastronomía. Se consiguen mediante la plantación de 200 a 500 arbolillos/hectárea de vivero, micorrizados en condiciones controladas. Una de sus múltiples aplicaciones es la de los servicios ecosistémicos. Para empezar, estas repoblaciones abiertas de encinas, similares a las dehesas, son capaces de fijar grandes cantidades de CO2 mediante la formación y crecimiento de sus tallos, hojas y especialmente de sus profundas raíces. La Cátedra ha estimado que este secuestro de carbono en más de 5 toneladas/hectárea y año en las truferas productivas, en donde los sistemas radicales, gracias a los cuidados de mantenimiento, se desarrollan mucho más que en otras situaciones, ayudando además a la infiltración y a la recarga de acuíferos.
Las trufas y sus efectos en la lucha contra los incendios forestales
Uno de los aspectos desconocidos hasta ahora, pero no menos relevantes lo ha analizado detalladamente la Cátedra de Micología en colaboración de varias empresas de Jardinería y Biotecnología. Consiste en que las plantaciones truferas bien llevadas resultan verdaderas y eficaces barreras para evitar que los incendios forestales se propaguen, gracias a su peculiar estructura y dinámica.
El incendio forestal, al toparse con una plantación trufera se detiene bruscamente por la falta de combustible seco gracias al efecto natural de la trufera. Esto es debido a que las micorrizas de las trufas producen una compleja serie de moléculas activas de un potente efecto alelopático o inhibidor natural sobre las plantas menores comenta Juan Andrés Oria de Rueda, profesor de Botánica Forestal y director de la Cátedra de Micología UVA. Este efecto da lugar al curioso calvero o quemado del entorno de cada encina, que en el caso de una trufera bien llevada se hace continuo en la plantación. Este calvero natural resulta esencial como área cortafuegos sin combustible como paja o hierba seca que contribuya a la extensión del fuego forestal. Ciertos clones de trufa negra del Cerrato son verdaderos campeones ecológicos para conseguir este efecto contraincendios, al formar grandes calveros naturales, que por cierto son utilizados por aves de zonas abiertas como perdices, alcaravanes, chotacabras y otras aves, comenta el Prof. Oria de Rueda.
En las truferas se realizan inicialmente labores de mantenimiento que incluyen escarificados o laboreos ligeros de la superficie del terreno hasta que las encinas son capaces de formar los calveros naturales. Este efecto cortafuegos se completa, pues las truferas requieren unos sencillos sistemas de riego. No se trata de un cultivo de regadío, sino que se aporta agua en verano o periodos muy secos, cuando no se llega a recibir la lluvia suficiente, justo cuando pudiese haber incendios forestales en la comarca. Pues bien. En caso de incendio forestal en los montes cercanos a las truferas, se puede activar este peculiar sistema ignífugo, pues se pueden poner en funcionamiento sus microaspersores de agua y goteros, que humedecen esta banda cortafuegos. Incluso se ha comprobado que, en los planes de prevención de incendios, las balsas de riego de trufera sirven de suministro de agua para los medios de extinción por parte de bomberos y técnicos.